viernes, 12 de junio de 2009

Diario Expansion

Noticia de Expansion
Es una de las alternativas al modelo de sol y playa, pero podría morir de éxito por el exceso de oferta. La caída de la demanda comienza a causar estragos en la actividad de estas nuevas "casas de huéspedes", mientras el sector alerta de la existencia y del auge de negocios que no cumplen con la legislación.


Cortijos, haciendas, casonas, posadas, ventas, pazos, casas de labranza, monasterios, alquerías... Diferentes apelativos con una característica común, que todos ellos definen a aquellos alojamientos ubicados en el medio rural que se han convertido en una alternativa real al segmento de sol y playa. Ambos conceptos coexisten en España, pero el turismo rural ha dejado de ser el patito feo para erigirse, con derecho propio, en un modelo complementario que, como su hermano mayor, sufre el impacto de una crisis económica que, además de alejar a los clientes, ha destapado unos problemas estructurales que ponen en peligro su propia supervivencia.
En 2003, año de despegue de este modelo de turismo, más de 1,4 millones de viajeros optaron por perderse en la España rural, en su mayor parte, clientes nacionales (sólo 144.835 eran extranjeros), cuya estancia media superaba ligeramente los tres días. Por aquel entonces, 6.974 establecimientos y 59.884 habitaciones conformaban la oferta de un sector recién nacido que daba empleo a 11.196 personas, según los datos de la Asociación de profesionales del Turismo Rural (Autural).
Cinco años después, la radiografía del sector se ha transformado sustancialmente. En 2008, el número de viajeros superó los 2,6 millones, lo que supone un crecimiento del 78,99% respecto a 2003, pero también un retroceso del 1,8% frente a la temporada anterior. La cifra de establecimientos se situó en 12.803, 1.244 más que en 2007, y las plazas ofertadas crecieron un 9,88% en el último año, hasta 114.818. Más alojamientos y habitaciones, pero menos clientes y pernoctaciones, y con una estancia media que se mantiene estancada en el entorno de los tres días.
Una ecuación que presagia un panorama lleno de nubarrones para el turismo rural. "La viabilidad del sector corre serio peligro, ya que entre 2003 y 2008 se abrieron 6.000 establecimientos y la demanda ha iniciado un ciclo bajista, mientras la media anual de nuevas aperturas, incluso en la actual coyuntura, rebasa el millar", advierte Francisco Parra, presidente de Autural, que da servicio a 4.000 hoteles.
Para Rafael Ausejo, fundador de la guía de establecimientos Ruralka junto a su primo José María Belaúnde, "la oferta está sobredimensionada". No obstante, 2la crisis está provocando una purga en el sector y hay empresas que están quebrando. Sobre todo, porque muchos se metieron en este negocio a raíz de las ayudas estatales para restaurar las casas, pero no sabían cómo gestionar un hotel", apunta Belaúnde.
Una opinión que comparte Carlota Mateos, socia fundadora, junto a Isabel Llorens, de Rusticae. empresa que reúne una selección de alojamientos de este tipo en una guía con el mismo nombre: "En España, el sector ha crecido muy rápido y se ha situado al nivel de otros países en apenas 15 años, lo que ha dado lugar a una oferta amplia y variopinta, en la que el grado de calidad varía. Pero, a pesar de que se van a cerrar establecimientos, el turismo rural ha nacido para quedarse y es un complemento de gran valor añadido".
SospechaOtro problema de la industria turística rural es la existencia de unos 13.000 hoteles ilegales, según Autural. "Los establecimientos piratas son aquellos que utilizan el nombre de turismo rural para captar clientes y son estadísticamente opacos, es decir, no aparecen inscritos como alojamientos de turismo rural, por lo que tampoco están reflejados en ninguna estadística", denuncia Parra. Una ilegalidad que "está dañando al sector, que aparece bajo sospecha para el cliente", añade.
A estos escollos se une el hecho de que la legislación en materia de alojamientos rurales, tal como sucede con todos los aspectos relacionados con el turismo, está transferida a las comunidades autónomas desde 1982. ¿Ventaja o problema añadido?
A finales de la década de los noventa, las autonomías comenzaron a regular el turismo rural "por su triple función de generador de ingresos, de promotor de infraestructuras y de sinergias entre el medio rural y urbano, siendo un factor determinante para el desarrollo de las zonas menos favorecidas".
El resultado es que, en casi todas ellas, los alojamientos rurales se catalogan en hoteles, casas y apartamentos. Las casas rurales, que generalmente deben tener entre cuatro y veinte habitaciones, deben estar abiertas, al menos, siete meses al año y, en función de la singularidad del edificio en el que se ubiquen, se puede hablar de pazos, castillos, palacios o masías, entre otras.
Todas están obligadas a exhibir en la entrada una placa identificativa que puede contener de uno a tres trísqueles (Asturias), encinas (Extremadura) u hojas de roble (Madrid) para distinguir la calidad del establecimiento.
Incluso hay comunidades que cuentan con su propia marca, como las casonas asturianas o las ventas de Castilla-La Mancha. A pesar del difícil contexto económico, los empresarios no se han enzarzado en una guerra de precios.
Algunos aceptan estancias de una noche y notan que sus clientes están reduciendo su gasto en el restaurante y en el spa. Pero están preocupados. Antes, las cuentas salían si llenaban en verano, en Navidad y los fines de semana. Ahora, es más difícil colgar el cartel de No hay habitaciones.
El futuro del sector pasa por una reordenación y por pisar el freno en la apertura de establecimientos. Por su parte, éste exige una renovación de las infraestructuras y más promoción para que el cliente extranjero, cuya estancia media y nivel de gasto son superiores, conozca la España que se esconde más allá de la costa. Con sus luces y sus sombras.
Castilla y León, líder incontestableCastilla y León es sinónimo de turismo rural. Según los datos de Autural correspondientes a 2008, es la comunidad autónoma líder por viajeros (572.193), por número de alojamientos (sus 2.543 representan el 19,9% de toda la oferta rural en España) y también si se analizan la evolución de las pernoctaciones entre 2003 y 2008, con un 17,8% del total.
En Castilla y León, las casas rurales están obligadas por ley a abrirse, como mínimo, ocho meses al año, siendo obligatorios julio, agosto y septiembre. Además, la comunidad cuenta con su propia marca de excelencia, la Posada Real, que distingue a establecimientos con un elevado nivel de calidad. Para promocionar su oferta gastronómica, ha fichado a Gary Dourdan, uno de los protagonistas de la serie de televisión CSI Las Vegas. Cataluña, donde se encuentra el 11,8% de los alojamientos y las plazas ofertadas en España, y Asturias, que representa el 9,3%, obtienen la medalla de plata y de bronce en el ránking nacional.
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